domingo, 31 de enero de 2010

Mi idea, mi concepto de todo, tranquilamente se disputa en dos palabras, libertad y mùsica. Libertad de hacer, de pensar, de querer, de creer (y sobre todo de creer), libertad de sentir, de necesitar, libertad, simplemente para disfrutar lo recibido, el abrazo, el otoño, y valorarlo, siempre. Y mùsica, mùsica para entender los estados de animo, para volverlo todo un poco màs simple.

Afuera, pasando la puerta, el cristal, los barrotes que abrazan a las plantas, pasando los miedos, allá afuera el tiempo corre a ritmo firme, y acá, acá parece no haber tiempo ni motivo por quien valga la pena esperar, antes del miedo, del cristal y de todo, donde el reloj se ríe insoportable.
Que pensaría Jaime si me viera, con tanto miedo, que pensaría, si dijera que quiza me preocupo demasiado.
Pero antes del miedo y del tiempo y de todo, hay quien espera siempre verte bien.
Que pensaría Jaime si nos viera, antes del miedo, antes que todo.



-El texto està basado en una canciòn de Alejandro Filio versionada por Pedro Aznar que se llama "En la sombra del agua", pero èsta vez escrito desde adentro de una oficina.



Yo no lo sé de cierto,
pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren...

Jaime Sabines

Un dìa la mùsica nos va a enseñar a vivir.

Es difìcil entre tanto ruido lograr tener algunas cosas claras, acordarse de como era estar en paz, de como era buscar la calma en el rìo, donde el ùnico sonido que se percibe es tan natural como se pueda imaginar. Es difìcil conservar imagen clara de todo eso, la mùsica no es mùsica si no se valora lo suficiente, y claramente acà todo se valora a la mitad, acà no es musica, no es arte el intento.



Ya tolerè el saberme callado, estuve sin saber para donde correr, me sentì solo y di vueltas sobre el mismo punto, miles de vueltas, disimulando lo malo y esperando el abrazo, el otoño, esperando que el cambio de hojas me traiga la calma, quizas con su caida, quizas, con la certeza de que ese cambio siempre florece nuevo y lleno de vida. Y asì fue, siempre, pero siempre sale el sol, y sale gracias al abrazo, al otoño, sale gracias a que hay cosas simples, que hacen que abrir los ojos no siempre sea revolcarse en la realidad que menos queremos ver, que abrir los ojos sea darse cuenta de que extrañar no siempre trae angustia y de que hay tiempo para todo.

Para pensarlo dos veces antes de abrir los ojos

Me despierto, no abro los ojos, es màs, pongo en duda el hecho de que me despierto ya que todavìa arrastro el final de algùn sueño bizarro. Hago el movimiento màs raro del mundo y pongo los pies en el suelo todavìa sentado en la cama, no abro los ojos. Espero uno o diez minutos en blanco a que se venga la primer imagen a la cabeza, y si es mala, espero la segunda, tanteo al costado (los domingos y otros dìas especiales el costado, es el higado) mi intento de mesita, entre mis discos de blues y mis pocos pero hermosos libros agarro mi lapicera, la fiel...bueno, la fiel nada, es de esas que no tiene nombres, pero es fiel igual, y escribo, sin abrir los ojos, la primer sensaciòn firme que me golpea la cabeza, por ejemplo: Frìo, Calor, Flopy (perrita) ocupa un lugar exagerado que no merece y que yo no concedì en la cama, resaca, resaca dos veces, etc. Me paro, no abro los ojos, tanteo todo lo que puedo y me golpeo con todo lo que tanteo hasta llegar al baño. Abro la ducha, no abro los ojos, saco el brazo ràpido para que no me ataque el agua frìa en mi estado màs debil, claramente el movimiento es IMPOSIBLE, me salpica, puteo, y tanteo ràpido la toalla para secar lo que en instantes se va a mojar, pero yo tengo la necesidad de secarlo igual. Salgo del baño, todavìa no abro los ojos, tanteo todo lo que antes golpeè y voy en busca de las gloriosas pantuflas (arma letal para el que pretende defenderse de los resvalones en el baño), claramente vuelvo a golpear todo, en la ida y en la vuelta. Entro al baño de nuevo. Finalmente me meto en la ducha, decidido, con el pie derecho, como quien entra a jugar una final, pensando que teoricamente deberìa ser bastante obvio que el agua tendrìa que estar templada, abrazante, y no es asì, me quemo, puteo y me meto cual kamikaze a la ducha a tratar de regular en el menor tiempo posible los niveles de caliente-frio frio-caliente del agua y poder llegar a un acuerdo con todo, hasta que al fin lo logro. Me ducho, con todo lo que eso respecta, entre cantos (gritos finitos) entonando a Spinetta y demases cosas, todavìa no me animo a abrir los ojos. Salgo de la ducha, tanteo hasta donde puedo sin resvalarme y agarro la toalla, como creo cualquier persona harìa, primero me seco la cara, abro al fin los ojos, y me encuentro de frente el espejo, con un dìa por delante, y en un estado razonable para encarar el primer round. Lo que quiero dejar en claro, es que desde que tomo conciencia de mis ojos cerrados, las cosas cambian de una manera increible cuando uno recibe de frente el cachetazo de la rutina y de la realidad, al abrir al fin los ojos.

Buenos Aires, almadepiedra.

Yo vi la tristeza en los ojos de los demàs,
en el alma,
vi la violencia y el maltrato (y fuè horrible)
y vi salir el sol una cantidad innumerable de veces.
Yo vi la indiferencia en la gente,
vi, como el tiempo se lleva todo,
como cura y alivia tambièn
si uno aprende a esperar.
Vi, caìda tras caìda los golpes de mis amigos,
y los vi levantarse (y aprendì mucho de eso).
Sentì tambien como algunos de esos amigos claramente
me soltaban la mano y todavìa no pude asimilar la idea
de que ser libre significa dejar que los otros sean libres,
libres de amarnos, de partir y de regresar.
Vi un paìs caerse a pedazos,
vi, como Buenos Aires se desmoronaba
con su alma de piedra y su orgullo que todavìa hoy,
no lo deja levantarse.
Escuche la mùsica màs hermosa
y me enamorè de todo eso, de lo màs simple,
de sentarme en el pasto,
de recibir y que me reciban con un abrazo,
de Luis Alberto Spinetta y toda su luz,
de que una sonrisa se puede transmitir
y que es bueno saber cuando y quien la necesita.
Despuès de todo, espero que a los que vienen atras mìo algo los salve,
porque es inevitable pensar y sentir que todo se està por caer,
y que suerte y que bueno para quien como yo, en tan poco tiempo,
pudo ver y sentir cada una de esas cosas.