domingo, 11 de julio de 2010


Ni siqueira Buenos Aires ésta vez
conserva su nostalgia.
En éstos 21 años de escribirme las manos
para regalarme a mitad del día una sonrisa,
un golpe en el alma,
de conservar el otoño y su tristeza,
los abrazos, los amigos,
de valorar los silencios y
las despedidas,
el brillo en los ojos de quienes
guardan su peor historia
para sufrirla en su soledad,
a lo largo de la vida.
Yo por mi parte, sigo siendo
el mismo idiota,
con la sonrisa fragil
y los ojos llenos de lágrimas.
Todavía reconozco mis errores,
y aunque cargo con mis miedos
te pido un abrazo,
y me siento
por un segundo,
inocente y nervioso.

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